El tipo de relación que se construye entre el paciente y el educador influye positivamente, en la tarea de aprender nuevas estrategias, nuevas habilidades y nuevas ocupaciones.
Es el educador el que acompaña y presta apoyo al paciente en la puesta en marcha de las nuevas estrategias de afrontamiento de su enfermedad y es por eso que el vinculo que se construya entre ambos debe estar basado en la comprensión del paciente y en el compromiso con su bienestar.
Cada paciente cuento con un educador de referencia que desde el primer día se ocupa de facilitarle espacios donde relacionarse con el grupo, introducirle en conversaciones o dinámicas que se van generando durante el día, estar más pendiente de su estado de ánimo e interesarse más por él, por su historia y sus demandas. A través de reuniones individuales semanales se va generando un espacio centrado en el paciente, donde sus emociones y necesidades son escuchadas y entendidas,. Este espacio entre el educador y el paciente va convirtiéndose en un fantástico trampolín desde el que empezar a proponer cambios.
Tanto en la introducción o modificación de los hábitos cotidianos del día a día (sueño, aspecto físico, alimentación), como en las pautas propuestas de cambios que van creándose día a día en la convivencia.
Ejemplo
- Belén no concilia el sueño adecuadamente por las noches, se levanta y deambula por la casa o pide medicación de rescate para poderse a dormir.
- El educador de noche le ofrece una tila o un vaso de leche caliente, o cualquier alternativa que suponga una correcta conducta de preparación al sueño como aplicar técnicas de respiración que fomentan la relajación. Y evita al mismo tiempo aquellas que sabemos que no ayudan a conciliar el sueño como ver la televisión si no se puede dormir.
- El educador de referencia podrá pautar con Belen otras estrategias encaminadas a mejorar el sueño nocturno como retrasar la hora de irse a la cama o retirar las horas de siestas.